En aquellos tiempos que la Armada Española era temida y admirada en todo el mundo, un galeón de la flota de Indias navegaba por las procelosas aguas del Caribe. Cuando el vigía avista un navío corsario. El Capitán sube a cubierta y tras estudiar la situación pide le traigan su guerrera roja. Tras encarnizada lucha los piratas son rechazados.
El viaje continua y días después sufren otro encuentro con otras dos naves corsarias, el Capitán vuelve a salir de su camareta y tras analizar la situación, vuelve a pedir que le traigan su guerrera roja. Esta vez la lucha es más cruenta pero nuevamente son rechazados los asaltantes.
Por la noche se comentan los últimos incidentes entre la marinería, el contramaestre es interrogado acerca de las propiedades de la guerrera roja que usa el Capitán. Este les cuenta que es una costumbre del capitán para que en caso de caer herido en combate la tripulación continué luchado sin tregua, al no ver brotar la sangre. La exigua tripulación queda asombrada e impresionada por el valor de su Capitán.
El viaje continua con el navío seriamente dañado y gran parte de la tripulación herida, cuando avistan una flota de tres naves corsarias listas para abordarles, nuevamente el Capitán acude a cubierta para estudiar la situación, y tras analizarla pide a su ayudante que le traiga los pantalones marrones.
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