Las obras públicas se han convertido en el azote de nuestra época, por encima de cualquier otra plaga.
Los políticos se han percatado que para tener al personal amansado y confuso, lo mejor es someterlo a una dieta incesante de ruidos, polvo, y alteraciones del mapa urbano.
Con este ambiente de desconcierto, la capacidad de protesta popular se anestesia; siendo más fácil infligir multas, tasas y promesas electorales.
La habilidad de nuestros políticos consiste en disfrazar este infierno incesante de reparaciones con un aspecto de "paraiso en contrucción".
Si nos detuviéramos a pensar, concluiríamos que tantos estragos no compensan el beneficio exiguo que las reparaciones reportarán.
Antes, los faraones satisfacían la necesidad de imposición a sus súbditos desfilando en palanquín ante multitudes. Luego los dictadores exhibían su poderío bélico. Y ahora los políticos recurren al colosalismo de las obras públicas.
Juan Manuel de Prada (en "Animales de Compañía", El Semanal)
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