viernes, 9 de marzo de 2012

Piratas y Corsarios

Quiero hoy hacer un resumen de tres lecturas que he hecho, de Artuto Pérez-Reverte, las cuáles me parecen interesantes.

Sobre piratas y corsarios

Por ARTURO Pérez-reverte, en Patente de Corso, El Semanal

“Con los últimos secuestros de barcos en el Índico y demás peripecias náuticas españolas. Las palabras PIRATA, BUCANERO, FILIBUSTERO y CORSARIO has salido mucho a relucir en periódicos, telediarios y sitios así. NO siempre con propiedad, creo.
Se observa cierta confusión de ideas y conceptos, comprensible quizás en el joven enviado especial que sobre el terreno hace su crónica apresurada. Pero no en las redacciones donde hay gente de rango superior, que por vocación y oficio, dedica tiempo a leer, o ha leído. O es capaz de recorrer dos metros desde su mesa al estante donde están, o deberían, los libros de consulta; o de teclear en internet la página del diccionario de la Real Academia Española, RAE.

PIRATA, romanticismo aparte, es el hijo de puta a secas, abordaje sólo y únicamente para enriquecerse con el producto del robo, y con el tiempo, incluye otros desmanes, asesinatos, violación, tortura de prisioneros, exigencia de rescates… Por eso al pirata siempre se le consideró la escoria de los mares. El que caía en manos de la justicia terminaba en la horca, como fue el caso de Benito Soto, el último pirata español, ejecutado en Cádiz en 1832.

FILIBUSTERO y BUCANERO son variantes de pirata caribeño en los tiempos de dominación española. Especializaciones regionales. Los primeros ladrones y asesinos a palo seco (freebooter: merodeador), los segundos, colonos asentados en el Caribe que saqueaban y degollaban el comercio marítimo, bajo la protección inglesa, interesada en perjudicar los intereses españoles en América, hasta que los bucaneros empezaron a saquear los suyos, los ingleses, también (ahumaban la carne en lugares llamados boucans, del francés).

CORSARIO, por el contrario, es un título digno, dentro de lo que cabe. Y complejo. Por un lado es aplicable a toda nave que en tiempo de guerra combata el tráfico marítimo enemigo. Por otro lado, los corsarios clásicos, particulares, que en tiempo de guerra, y apoyados por los gobiernos con estrictas ordenanzas, atacaban y apresaban naves enemigas, generalmente mercantes, y combatías a los piratas. Eran, por tanto, auxiliares civiles de las marinas de guerra, a cambio de dinero. Para ésta actividad era necesaria la patente de corso, que sólo autorizaba presas de países con los que la autoridad que expedía la patente se encontrase en guerra, o de barcos fuera de la ley internacional.

Llamar corsarios a los piratas somalíes, no sólo es una exactitud técnica, sino un error moral. Supone dignificarlos con un título impropio, elevándolos de simples saqueadores sin reglas a una categoría casi respetable.
Algo parecido a lo que nuestra imbecilidad nacional hizo en los 70, al conceder la prestigiosa palabra comandos a grupos de terroristas vascos con pocos méritos: apoyar pistolas en la nuca y apretar el gatillo.

Asique dejémonos de cursiladas. Corsarios como dios mandan eran otros. Lo otro es gentuza de mar, ladrones y asesinos. Para entendernos: PIRATAS”

www.xlsemanal.com/perezreverte

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