lunes, 9 de octubre de 2017

Ponerse en hora, en días y años

Me gustó mucho está lectura...



Pertenecemos a generaciones distintas. Nos sacamos ocho años, unos 2912 días de diferencia. Algunos dirán que el amor no tiene edad, que no es un inconveniente mientras nuestros objetivos y madurez caminen en la misma dirección.

Para otros, tenemos fecha de caducidad y todo en contra porque somos temporalmente incompatibles. Pero si me preguntan, diré que el amor tiene edad y unos ojos bonitos.

Mi amor acaba de estrenar los 30 y conserva un par de hoyuelos encima del culo. Ama con la fuerza huracanada de 15 y me enseña y aprendo tanto de él como si hubiera vivido un siglo.

El amor tiene edad y trayectoria, juntos y por separado. Quiero decirte que asumo y abrazo satisfecha y feliz tu bagaje. Has besado tantos kilómetros de pieles que si se unieran podrían formar el contorno del globo terráqueo. Y eso, es otra forma muy bonita de conocer mundo.

Cuando nací tú estabas apunto de hacer la comunión. Mientras estaba aprendiendo a hablar, tú ya habías leído unos cuantos libros y seguro que soltabas un discurso elocuente y mentiras logradas para salirte con la tuya.

En mis primeros pasos y cuando apenas lograba sostenerme en pie, tú habías corrido decenas de kilómetros jugando a polis y cacos.

A mis cinco aprendí a decir enciclopedia en lugar de "enciclopledia" y tú, la apartabas invirtiendo tus 13 en revistas porno.

Con 12 años me enteré que cuando una chica decía "hacer dedos" no se refería a auto stop. Y tú con 18 ya lo sabía sumergido todos.

Cuando di mi primer beso, tú te habías mudado a una isla por amor.

A los 14, cuando me estaban creciendo las tetas, tú te las comías.

Y podrías haberte sacado la carrera, el master y el doctorado desabrochando sujetadores.

A los 18 me ponías cachonda y te escribí.

Con 19 te puse en mi estantería.

A mis 20 te besé.

Me enamoré de ti con 21.

Volamos por tus 30, volví a ser niña en día de reyes celebrando juntos mis 22.

Duermo contigo hoy. No sé qué pasará mañana.

Retrasé tu reloj y adelanté el mío, para hacernos coincidir aquella noche. Y te regalé el resto, todo el tiempo del mundo, en aquel reloj de arena.

Si tus 8 años de más y mis 2912 días de menos encajaron, ¿cómo no vamos a estar a tiempo de ser mañana?





Saludos...



1 comentario: