Hay momentos en la vida que uno tiene que pararse en el borde del camino de nuestro destino, para descansar, para buscar referencias, para comprobar que es el camino que en su día escogimos y pensar... si, si, pensar, ya sé que no es lo habitual en los tiempos que corren, que no está de moda, ni marca tendencia y además hay muchas personas que no saben de su utilidad, que creen que pensar perjudica seriamente la salud, que pensar acorta la vida, pero es un ejercicio muy sano, el más útil para el ser humano, sobre todo por el conocimiento de uno mismo que aporta dicho ejercicio. Revisas el camino andado, revisas la evolución de los talentos que te fueron dados, revisas como los utilizaste, ves si realmente diste lo mejor de ti mismo en cada momento que te necesitaron, si realmente has sido útil a los demás... Dejas atrás lo urgente y meditas sobre lo importante y no hay nada más importante en la vida de cada ser humano que las personas que a lo largo de su vida, han hecho junto a ti una parte del camino. Meditas sobre lo que aportaron y sobre lo que las aportaste tú. CIERRAS LOS OJOS Y AL HACERSE EL SILENCIO INTERIOR. HAY UN PUNTO EN TU MEDITAR, EN EL QUE, SIENTES, TE DAS CUENTA: • DE QUIÉN IMPORTA, • DE QUIÉN NUNCA IMPORTÓ, • DE QUIÉN NO IMPORTARÁ MÁS, • Y DE QUIÉN SIEMPRE IMPORTARÁ. Y lo más importante, sientes quienes te importan, porque te importan y lo que realmente significan en tu vida. De modo que no te preocupes por las personas de tu pasado, hay una razón por la que no están en tu presente y no estarán en tu futuro. Abres los ojos y con las referencias lógicas y emocionales de la meditación te pones de pie y antes de dar el primer paso, para continuar “EL CAMINO”, haces la última reflexión y llegas a la conclusión que la vida es como un tren... el tren de la vida... Imagínate, una estación central de trenes, muchas personas buscando su tren, su andén. Encuentran el tuyo y como tú cientos de personas que el destino a puesto juntos para viajar en el mismo tren, pero no todas las personas tienen la misma misión, hay quien ha de conducir el tren, otros atenderán el restaurante, otros serán los mecánicos, etc. etc. Tú como otros cientos de personas has decidido viajar, a la misma hora, en el mismo tren, y en la misma dirección, parte el tren y atrás van quedando vivencias, experiencias que han cumplido su función. Atrás queda la familia, los amigos con los que has compartido tus historias, pero ahora estás dentro de un tren en marcha, con un destino y con un camino por recorrer, para llegar a él. Intentas cuando arranca el tren imaginar cómo será el recorrido, las personas que van contigo y tú mismo vais concentrados; no se cruzan palabras, no hay comunicación. Todo el mundo está concentrado en sus recuerdos, en sus vivencias, cosas que todavía no se comparten. Pasan los primeros minutos, los primeros kilómetros, los primeros pueblos, él dialogo se abre, surgen las anécdotas, el tren para, bajan algunas personas y suben otras nuevas. A veces en este entrar y salir debes recomenzar tu historia, tienes que contar la misma historia a distintas personas, que se han colocado frente a ti. El tren sigue su marcha, tú observas el paisaje, te integras en el ambiente, piensas que cada vez estas más cerca de ese destino, "Pero No Controlas el Tren", sin embargo tienes la facultad de subir o bajar o dormir o conversar e incluso tienes la posibilidad de detener el tren. La vida es un viaje, partes de un punto en un determinado momento y sabes que vas a llegar a otro punto en otro momento, intuyes cual será el camino, pero sigues preguntándote quien conduce el tren, en realidad tú eres quien lo controla pero aún tienes que descubrirlo. Hasta que ese momento llegue, todo cuanto te suceda lo relacionarás con personas, hechos, situaciones ajenas a ti... Cuando al fin ese momento llega los incorporas y los relacionas contigo. Ese es el momento en que empiezas a controlar tu vida, cuando te das cuenta que todo cuanto te sucede esta en ti "Sólo en Ti". Todos los caminos tienen un destino, ojalá que el camino que cada ser humano escoja, coincida con su destino, pues el no saber a dónde ir... nos conduce irremisiblemente a llegar a ninguna parte. |
martes, 29 de abril de 2014
El viaje de tu vida, en TREN o BARCO
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