Se acercó a ver a los pescadores de la punta del muelle, a mirar las pequeñas piezas que recogían de sus cañas, y cuando apareció una de tamaño considerable para llenar un plato, con el afán de que fuera suya o se la regalaran los siempre agradables cazadores de conversaciones y pescados, se inclinó hacia adelante, y la pluma estilográfica se deslizó al agua y desapareció por el mismo lugar por donde aparecía la pesca.
El pobre hombre abrigó la esperanza de que algún calamar encontrara su pluma y fueran felices juntos, ya que ahora él no podía ni comprarle la tinta.
Saludos
Pequeño relató basado en una pequeña anécdota contada por Groucho Marx en su libro "Groucho y yo"
Una nota para terminar:
"He ido a imprimir un calamar en mi nueva impresora 3D y me he quedado sin tinta."
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