viernes, 22 de mayo de 2015

A alguno se le ha despresurizado más que la cabina...







Ya tengo el escrito, lo he remitido a la tvmediterraneo, a airnostrum y a la revista aladierno. A ver si os lo puedo poner aquí. Lo he hecho a título personal. No quita que enviemos más. No he podido evitarlo.

(Aida Naya es compañera de carrera y de profesión del que les escribe. Y ha hecho una perfecta contestación a alguien que parece ser "un cualquiera" mientras no demuestre lo contrario a lo que ha demostrado en su artículo. Un aplauso para una buena Capitana que defiende a su tripulación)

 
Leo con estupor el artículo escrito por Vicente Andreu en la revista "Aladierno" Nº 201 del grupo Iberia del mes de mayo de 2015, página 42, titulado "Sin duda".

Y he meditado mucho el hecho de redactar este escrito. Vaya por delante que lo hago a título personal, pero a sabiendas de que seré respaldada en mi opinión por mis compañeros de profesión.

Antes de nada comentar que lo aquí escrito va desde el respeto. Respeto que el autor no demuestra por el colectivo de Marinos Mercantes del mundo. Ni él, ni quien le acepta el artículo para ser publicado. Que tanto delito tiene el mensaje como el mensajero.

Mancillar una profesión del modo en que Vicente Andreu lo hace en unas pocas líneas, de forma desafortunada, es sorprendente. Y muestra de una ignorancia absoluta sobre el gremio. Tenemos una de las profesiones más antiguas, y sin embargo bastante desconocidas. Llevamos y traemos mercancías viviendo a bordo de un barco donde somos una pequeña familia en la que cada uno tiene su papel. Alguno de nosotros es el enfermero de a bordo, y el Capitán el líder que cuida de su tripulación, su barco y sus mercancías. La política de cero alcohol y drogas a bordo es una religión. Ni qué decir tiene que para ser Marino Mercante hay que estar hecho de otra pasta. Hay que pasar más de la mitad de tu vida laboral fuera de casa, lejos de los tuyos, de la cotidianeidad del día a día. Y para ello pasar por la carrera y la extensa formación (obligatoria y con caducidad) para poder ejercer en los diversos tipos de buques. Tampoco tenemos ratas a bordo (por lo menos no en la mayoría de buques), ni escorbuto, casi ni colesterol, puesto que tenemos que pasar un reconocimiento médico sin el cual no hay embarque que valga.

Además no sólo a bordo vivimos los marinos. La amplitud de nuestra formación nos hace capaces para estar presentes en infinidad de puestos de trabajo, repartidos en todo tipo de empresas: Profesores universitarios, Jefes de Mantenimiento, Gestión de Calidad, Estaciones Radiocosteras, Salvamento Marítimo, Astilleros, Sector pesquero y un larguísimo etcétera.

No voy a explicar todas las vicisitudes de la profesión. No habría fin para este escrito.

Quiero pensar que la finalidad del artículo era subrayar la rapidez de un medio de transporte como es el avión, y para ello el autor dejó volar su imaginación de la peor de las maneras posibles: faltando el respeto a todo un colectivo.

Es posible que en uno de esos vuelos en los que Vicente Andreu deja volar su imaginación, vaya acompañado de más de un marino mercante. Somos legión y además se nos reconoce. Nosotros nos reconocemos. Hasta afinando un poco podríamos adivinar quién va a embarcar o quien se va para casa.

Les invito a que echen un vistazo a su alrededor, en su oficina o en su hogar. Más del 90% de lo que ven ha llegado a ustedes por mar. Tanto su coche como su combustible, el ordenador de su mesa, el menaje de su hogar, hasta el zumo que se bebe por las mañanas es muy posible que haya llegado a sus manos a bordo de un barco mercante. Y los marinos han velado para que todo eso llegue en las mejores condiciones. Para eso estamos.

Así que la próxima vez que tome un vuelo, Vicente Andreu, es más que probable que se siente al lado de un Marino Mercante (así, con Mayúsculas). Y espero que al mirar al mar vea esos buques con otros ojos, y que se imagine otras historias. Cada barco lleva tantas historias como tripulantes. Todas ellas dignas del máximo respeto.

Personalmente en nombre de mi gremio de profesionales exijo públicas disculpas tanto por parte de la revista Aladiero, como de Iberia, y por supuesto su autor, Vicente Andreu. Es lo menos que pueden hacer. Todo un colectivo de esta envergadura no merece semejante desprecio y falta de respeto desde uno de sus medios (ni desde ninguno).

Y para terminar quiero añadir que cuando el Sr. Andreu quiera recorrer el mundo en un Oyster de 72 pies, no va a ser suficiente con que lleve a Nicole Kidman a bordo. Necesitará contar con la tripulación preparada y titulada para ello, no vaya a ser que tengamos que rescatarle en medio de una tormenta el resto de marinos, y personal de Salvamento. Si consigue reunir a su tripulación disfrute de su viaje.

Aida Naya
Marino Mercante

 
A mí me gustaba más la época de alcohol, mala vida... y visitar países... Ahora es un rollo.

(Anahí Otero, otra compañera de profesión, la cual da su punto sarcástico al tema, muy bueno, ¿lo entenderá el tal Andreu ese?)


Desde luego, Vicente Andreu, te has lucido.
Que tengais buena navegación.
Saludos

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