Quiero compartir algo...
"Ahí están de nuevo esos vagos maleantes que sólo saben recaudar cuando llegan las pagas extras. Esa panda de inútiles que no saben ni leer.
Míralo, de pie con los brazos cruzados mientras nosotros les pagamos su sueldo.
¿Ha pensado esto alguna vez?
Si lo ha hecho es seguramente porque nunca ha subido a un patrullero o motocicleta en servicio de urgencias. Porque no ha sentido nunca la adrenalina correr por sus venas a casi tanta velocidad como lo hace el vehículo policial que acude a un accidente grave, donde usted mismo o un familiar suyo o de cualquiera de nosotros pudiera haberse visto implicado, o a una reyerta multitudinaria en una feria, en la puerta de una discoteca o en cualquier otro oscuro lugar del municipio donde usted reside.
Si lo ha hecho es porque puede que usted sea practicante del deporte por excelencia de los españoles: el marujing.
Sepa usted que en esos instantes no se piensa ni en el hijo que está en la casa esperando a que llegue papá para darle un beso de buenas noches y acostarlo, ni en la esposa que está haciendo las maletas para ir una semana de vacaciones a una playa cualquiera, después de no haber podido disfrutar con su marido de una semana santa, una feria, o unas navidades, porque en esas fechas alguien tiene que estar velando porque sus hijos y usted mismo pueda disfrutarlas como lo merece. En esos momentos no se piensa en la madre siempre preocupada porque su hijo está trabajando en la calle y es el centro de miradas y la diana andante para algunos despreciables. En esos instantes solo se piensa en llegar lo más rápido posible al lugar, sin ser conscientes del peligro que se corre.
Si es de los que piensan que solo valen para multar, permítame usted que le corrija y le diga que está muy equivocado. Eso es quizás lo que parte de la sociedad ve o quiere ver, porque cuando se enfrentan a un hombre en su vivienda con un cuchillo de cocina sobre la muñeca de su pareja, señor contribuyente eso usted no lo ve. Y si lo ve, quizas sea desde el balcón de su casa.
Y para nada hay intención alguna de tratar de hacerles héroes (como en otros países), porque son servidores del pueblo y para ello salen a la calle cada día cada tarde y cada noche, para eso y por eso se les paga. Es un trabajo más, que como otro cualquiera se merece el mismo respeto. Y es triste ver como para una parte de la sociedad, para esos que les ven como simples recaderos del alcalde de turno, son tan solo recaudadores públicos.
Si usted es un buen ciudadano, que no roba, mata, trafica, estafa, etc.., pero circula sin cinturón de seguridad o estaciona en doble fila impidiendo que otro buen ciudadano pueda ir al trabajo, ellos también estarán ahí. Y por tocar el bolsillo del buen ciudadano se les cuelga el cartel de malos, de cuerpo de segunda categoría. Piense y recapacite, porque a quien llama usted cuando es el que no puede utilizar su vehículo porque otro buen ciudadano le impide salir hacia el trabajo.
Señor y señora, yo soy uno de ellos que, tras muchos años opositando por los recónditos pueblos de Andalucía, tras darle muchas vueltas al código penal, ley orgánica de seguridad ciudadana, ley de enjuiciamiento criminal, y un sin fin de normativa, ahora puede vestir de amarillo. La profesionalidad no va ni en el grado de estudios que se tenga (aunque permítame que le aclare que muchos de esos inútiles son licenciados en derecho, informática, estudios de criminología, psicólogía, periodismo,etc...), ni en el color del uniforme que lleves puesto (en todas las profesiones hay ovejas negras, en la suya también. Me gustaría decir que no es así, pero mentiría).
Yo soy uno de esos vagos que no sólo ha denunciado a buenos ciudadanos por no recoger los excrementos de sus animales, por circular sin casco protector o por poner la música a un sonido que impide el descanso de su vecino. Soy uno de esos de amarillo que también ha intervenido en numerosas peleas, apuñalamientos, individuos en busca y captura, accidentes con muertos, violencia en el ámbito familiar, robos, hurtos, incendios intencionados, daños, tráfico de drogas, estafas, recuperación de vehículos robados, etc etc.
Soy uno de los que ha quitado de la calle a conductores completamente ebrios, que circulaban de lado a lado, y que reciben además amenazas por conocer o ser amigo o familiar de este o de aquel. Quizás evité con ello un mal mayor. O quizás fue para recaudar.
De esos criticados en plena calle por intervenir la mercancía a un pobre hombre que vende sin licencia para alimentar a su familia. Disculpe señor, pero no somos quienes escriben las normas, somos tan solo los que recibimos la llamada de quien tiene una tienda a tres metros por la que paga religiosamente sus impuestos y ve afectado su negocio por competencia desleal.
Soy uno de ellos que acoge en sus brazos a una mujer desesperada y fuera de sí, y que impidie que se acerque a la avioneta en que viajaba su marido, un viaje de recreo que ella misma le regaló por su aniversario, y que segundos antes ha presenciado horrorizada con sus propios ojos como se precipitaba en picado al suelo.
Esos que teniendo concedidas vacaciones en nochebuena, se les avisó por teléfono el día antes para informarles que por necesidades del servicio quedaban dichas vacaciones anuladas, y pasó las fiestas ayudando al padre o abuelo de un buen vecino, de avanzada edad, a levantarse del suelo de su habitación, llevando a jóvenes al hospital por haber sufrido intoxicación etílica, o mediando en altercados en la vía pública.
También soy de esos que han sufrido lesiones en la calle y han sido agredidos en alguna intervención y ve como el castigo ha consistido en 60 euros de multa. Soy de esos que se han visto asimismo en un banquillo delante de un juez para explicar el motivo del empleo de la fuerza mínima necesaria para detener a un individuo que ha golpeado a su compañero con una barra de hierro o que ha intentado arrebatarle el arma, totalmente influenciado por sustancias estupefacientes.
Y si claro que si, también soy de los que a veces no ha estado tan acertado, ha tenido un mal día o ha llegado a casa pensando que seguro podría haber resuelto mejor alguna situación que otra.
Aunque no tengo ninguna duda que estas líneas servirán de pie para seguir jugando al marujing, y criticando que son tal o cual (y no dudo tampoco que haya usted tenido alguna mala experiencia, porque reitero que por desgracia ovejas negras hay en todos los lugares, pero no vamos a meter por ello en el mismo saco a todos) me despido, que voy a besar a mi hijo, decirle que le quiero mucho y darle su regalo de cumpleaños, porque no podré estar en su fiesta esta tarde.. tengo que ponerme el uniforme de malo y cumplir con mi deber.
Buenas tardes."
(Por Isaac Ortiz)
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